domingo, 27 de diciembre de 2009

Los catarros y la automedicación

La mayoría de las personas que me cruzo por la calle me podrían decir que he tenido mala suerte, ya que he ido a resfriarme en vacaciones. He pasado un par de días en cama, con algo de fiebre, dolor de gargante, mucosidad, etc. Sin embargo, quien me conoce sabe que pienso que he tenido suerte. No he tenido que faltar a clase, y aunque tengo que estudiar, tengo más días para hacerlo tras recuperarme.

Todos nos ponemos enfermos de vez en cuando. Unos más que otros, está claro. Quien tiene mejor forma física, está en un clima más benigno, es más joven y lleva una alimentación más equilibrada está más protegido que una persona al otro lado de estas condiciones. Sin embargo, cada persona es un mundo aparte, así que por mucho que generalicemos, siempre habrá factores que se nos escapen.

Uno de ellos es la famosa automedicación. Hoy en día se usan las medicinas sin ton ni son, basándose en el uso y éxito de la misma de un vecino, un familiar o de un simple conocido. Las personas observan sus síntomas y, sin consultar un médico, se atiborran de pastillas. Cuando pasan los años, no solo no salen de su error, si no que toman aún más pastillas para compensar.

No hay que olvidar que las medicinas son productos químicos, y se deben tomar siempre bajo prescripción médica. Si se puede pasar una pequeña enfermedad sin tomar ninguna, mejor que mejor.

Y no, no me olvido. ¡Feliz Navidad a todos! :-)

sábado, 19 de diciembre de 2009

¿Se deben medir los conocimientos o la comprensión?

Cuando una persona estudia suele tener varios objetivos, pero los dos principales son sacar una buena nota y aprender. Generalmente a un buen estudiante no se le puede definir viendo por cual de estos dos valores se decanta más, pero sí se puede decir cual será el que afronta ese estudio de forma más entusiasmada. Todo el mundo que ha estudiado sabe, que por mucho que se sepa todo, a la hora de verdad en el trabajo también deberá aprender muchas cosas nuevas. Pero sin duda, la base de los conocimientos es muy importante.

Ahora bien, cuando llega la hora de la verdad en el examen, hay personas que suelen ponerse más nerviosas, otras que no se expresan todo lo bien que podrían, otros que van muy seguros de si mismos, los típicos que no pueden parar de preguntar conceptos de última hora antes de entrar... Cada uno de nosotros actuamos de una forma distinta en esas situaciones de nervios. Y es comprensible, siempre nos solemos jugar bastante.

Pero, ¿qué ocurre cuando el examen, en lugar de buscar tus conocimientos, lo que busca es que te equivoques? ¿Qué ocurre cuando te sabes todo lo que pueden preguntar y te hacen preguntas donde depende de la percepción del profesor en el vocabulario para tener la respuesta correcta o no? Sí, me refiero a los exámenes tipo test. Exámenes que el estudiante suele preferir cuando no se sabe lo que tiene que estudiar a la perfección, pero que a la larga son tremendamente injustos para la persona que más estudia. Si sabías la respuesta a esa pregunta, ¿por qué has de depender de una conjunción sensorial con lo que el profesor cree que es correcto para sacarla correcta?

Comprendo y entiendo que es más cómodo corregir un examen tipo test. También veo normal que en exámenes donde se presentan una cantidad ingente de personas sean así. Pero no dejan de ser injustos. Ya que no premian del todo al que más sabe, si no al que más acierta con la forma de pensar del que lo corrige...

sábado, 12 de diciembre de 2009

Calma tras la tormenta

La responsabilidad es un conjunto de objetos pesados, de mayor o menor tamaño, que desde pequeños nos van metiendo en el zurrón del viaje de la vida. Cuando nacemos está vacío, y nuestro paso vivo y alegre es a la vez sencillo y plácido. Sin embargo, desde bien críos empiezan a decirnos lo que debemos hacer, a prepararnos para la dura vida de adulto y para afrontar la peligrosa selva de la realidad que se supone desconocemos.

Yo creo que no hay realidad más bonita que la que conocía cuando niño. Donde todo el mundo era inocente y nadie deseaba el mal para las otras personas. Pero, ¡ay!, la responsabilidad. Nos hizo crecer y a la vez cada vez nos lastró más. Ya no solo estaba la responsabilidad de tener que trabajar para comer, si no también la responsabilidad de tener que comprarte un buen coche, endeudándote más con el banco e incrementando el peso del zurrón. Comprarte una casa, ya que en algún sitio tienes que vivir. Adquirir más ropa, aunque luego solo uses tres o cuatro conjuntos de forma habitual. Tener el ordenador de última generación para seguir viendo youtube o visitando blogs. Poseer una televisión de pantalla plana, para ponerla en el mismo mueble donde te cabía tu antigua televisión que estaba en perfecto estado. E infinitas "necesidades" más.

Cuando te das cuenta, si es que consigues hacerlo alguna vez en tu vida, el peso es tan alto que apenas te permite avanzar. Cada una de las piedrecitas de responsabilidad, que individualmente no suponían un problema, son en conjunto un ancla tan grande como la de un trasatlántico.

¿Por qué dejamos que nos ocurra eso? ¿Qué ha cambiado en nosotros desde que éramos niños?

Estos días he descargado un poco el zurrón para recorrer la Navidad con tranquilidad. En enero volveré a cargarlo. Pero, por qué no, quiero disfrutar unos días de un paso alegre y vivaracho, casi como el niño que murió en mi hace tanto tiempo...

martes, 8 de diciembre de 2009

Llega la Navidad

Los villancicos se escuchan a través de mi ventana. Las páginas que visito habitualmente se ven desbordadas por publicidad festiva o por simpáticos copitos de nieve. Mi vecina ha salido a la calle con un disfraz de Papa Noel muy logrado. Los niños van puerta por puerta intentando vender cajas de mantecados para financiar una excursión. Y todo el mundo empieza a colocar el belén y el árbol de navidad en sus casas. Sin duda, se acerca la Navidad.

Mis primeros recuerdos de la Navidad son muy felices. Las reuniones familiares, los regalos, las vacaciones... ¿qué niño no sería feliz con algo así? Con el paso de los años y la llegada de la "madurez", desgraciadamente las fiestas han perdido parte de su encanto. Nunca ningún regalo me ilusionará tanto como los que recibí de niño. Es imposible describir la alegría y la ilusión que tenía al acostarme la noche antes del día de Navidad, y lo temprano que me despertaba solo para llegar al árbol y poder abrir y jugar con los juguetes que me "habían traído". Aquellos sentimientos no volverán.

Dicen que cuando se tiene un hijo, y le ves pasar por toda esa ilusión, en parte es como si volvieses a vivirla. Pero yo no tengo, y puede que no los tenga nunca, vista mi rocambolesca trayectoria amorosa. Así que, en honor de esa niñez que no volverá, pronunciaré las palabras del señor Vegas. Fracasé una vez, fracasé diez mil y aún así alzo mi copa hacia el cielo, en un brindis por el hombre de hoy y por lo bien que habita el mundo.

Salud. Y Feliz Navidad.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Un trabajo bien hecho

Conseguir ligar con la persona que te gusta, ir de compras y poder elegir lo que quieras, estar en un sofá bajo una manta mientras escuchas llover, tumbarte en una bañera de agua caliente y quedarte todo el tiempo que quieras relajado... cada persona es distinta, pero hay ciertos puntos en común que, salvo excepciones, a todos nos producen las mismas sensaciones de bienestar y gozo. Y es así como me siento yo ahora.

Estudiar tiene muchas desventajas si lo comparamos con trabajar. El esfuerzo siempre es voluntario, hay que hacerlo a todas las horas, y mucho más allá del horario lectivo. Dicho esfuerzo no siempre se ve recompensado con resultado, y encima no ves ni un duro por él. Por estas razones conozco a muchos que odian estudiar.

Pero, ¿y las ventajas? ¿Y la satisfacción tras todos los exámenes de darte cuenta que tu esfuerzo ha merecido la pena y ha sido recompensado? El poder relajarte y decidir estar unos días completamente ajeno a todo, sin hacer nada y saboreando las mieles del éxito gracias a tu trabajo. Y todo ello sin olvidar el tremendo placer del hecho de aprender cosas nuevas cada día. ¿No nos acordamos de cuando éramos niños? Éramos curiosos, y queríamos saber cada vez más, con avidez. ¿Por qué las personas pierden esa maravillosa cualidad cuando crecen?

Hoy, en la treintena, vuelvo a ser el niño que fui. Y por unos días, soy de nuevo muy feliz.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Exámenes

Llegó la época de los primeros exámenes. Los tests que miden los conocimientos, las pruebas que demuestran si sabes lo que debes, los obstáculos que todo estudiante debe superar... Con ellos llegan los primeros nervios, las caras reflejan la falta de sueño y los excesos propios de la última hora. Hasta alguien como yo, una persona que suele afrontar los exámenes con bastante confianza, siento en estos días una tensión especial.

Siempre pensé que los exámenes eran, en realidad, bastante injustos. Premian a las personas con mayor capacidad de memorizar, y generalmente, no a las personas que más han trabajado o que mejor saben razonar. Algún tipo de sistema se ha de tener para valorar al alumno, pero tengo mis dudas de que este sea el mejor.

En la universidad, esto se ve agravado, ya que normalmente te juegas todo a una sola carta en febrero o junio. Este problema dicen que se va a solucionar con la entrada del plan Bolonia, pero tengo serias dudas de que profesores chapados a la antigua empiecen a hacer parciales, y a juzgar al alumnado por una evaluación continua que en la universidad prácticamente no existe en muchas materias.

Se verá. Pero por ahora, aún no estoy allí...

sábado, 21 de noviembre de 2009

Formación y orientación laboral

El objetivo de los ciclos formativos se viene desvirtuando con el paso de los años. Lo que, en principio, era una herramienta educativa para formar a profesionales del mercado laboral, ha empezado a convertirse en un trampolín para el acceso universitario. Y las nuevas reglas implantadas a partir de este año van a reforzar esto aún más, si cabe, ya que el acceso a la universidad se ha desequilibrado de forma aparentemente injusta a favor de la formación profesional.

Dentro de este nuevo escenario, nos encontramos con la asignatura de formación y orientación laboral, que está enfocada en ayudar a los alumnos a encontrar trabajo tras aprobar, y que cada vez parece tener menor importancia. Sumándose esto a la impresión general de ciertos sectores, como la sanidad, donde la búsqueda de trabajo es tan concreta y tan limitada a unas competencias exclusivas, que ya de por si hace a esta asignatura perder utilidad.

El futuro para esta materia se presenta incierto. Si no cambian el modelo de acceso a la universidad de forma inmediata, es obvio que esta asignatura se convertirá en una "maría" o en un dolor de cabeza, dependiendo del profesor que toque. Una asignatura para subir medias o para entorpecer el estudio de las materias más importantes.

Pero al final, incluso para los alumnos que van a ir a la universidad, el tener conocimientos de lo que le espera en el mercado laboral, por muy poco que sea, siempre tendrá su pequeña utilidad.